Solos en la inmensidad del mundo, bajo la lluvia micronizada, en el suave soplar de un viento de madera y musgo. En una calle cualquiera.
Hasta hace un segundo estaba solo.
Y apareciste tĂș.
Ahora somos dos.
Solos en la inmensidad del mundo, bajo la lluvia micronizada, en el suave soplar de un viento de madera y musgo. En una calle cualquiera.
Hasta hace un segundo estaba solo.
Y apareciste tĂș.
Ahora somos dos.